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La Sociedad Criolla "Juan Gastelú" cumple 61 años

Publicado el 07/09/2025

La Sociedad Criolla


Establecimiento "Del Cerrito" y un Criollista: Don Juan E. Gastelú. La fundación del establecimiento "Del Cerrito" data de 1900, sus dueños fueron doña Mercedes Soares de Lima Medeiros Alburqueque, y don Guillermo Gastelú. Campos en la misma zona a los que llegó en 1875 don Ezequiel Soares de Lima con su esposa doña María Delfina Medeiros de Alburqueque, y sus dos hijas mayores (Francisca y Mercedes) desde Yaguarao, Brasil. En este hogar nacieron seis hijos más, en tierras sanduceras. Mercedes contrajo matimonio con don Guillermo Gastelú, vasco francés, comerciante que se encargaba de aprovicionar las cuadrillas que estaban realizando el tendido de las vías al norte del Río Negro, posteriormente se estableció con comercio en la localidad de Piedra Sola. De esa unión nacieron Guillermo (falleció siendo niño 1913), Mercedes, Clara, Aurelia y Juan. Crecieron en una familia de fé cristiana, rodeados de un vasto y generoso escenario natural, con montes donde el agua corría diáfana y clara, de flora y fauna casi virgen. "Ese territorio misionero, parte de lo que fue la gran estancia de Yapeyú, en sus cercanías pasaba la ruta de los vaqueanos Yapeyuanos, que arriaban los ganados desde las vaquerías del mar hacia las Misiones desde 1705, desde el Cebollatí, pasaban por el Río Negro, cortaban por la Cuchilla de Navarro, la de Haedo, siempre con rumbo Norte, llegando a las márgenes del Queguay" (del libro "Queguay chico y la Presencia Brasileña al Este del departamento" Profesora Ana María Pereira Henderson).

En el tramo que va desde Tres Árboles a Tambores se registraba la existencia de cuatro poblaciones: San Borja, frente a las nacientes del Queguay, San Jerónimo y San Juan Bautista en la márgen derecha de dicho río y San Martín en la margen izquierda del arroyo Zapatero.
Al existir excelentes campos de pastoreo, probablemente los vaqueros "tapes" realizaban la recuperación de las tropas de vacunos y caballos mansos dejando por su estado los animales que no podían continuar su marcha. Esas tierras eran el regazo de las vaquerías.
Toda esa carga ancestral de quienes estaban "primero" y la fuerza del arraigo al pago al que llegarán de sus abuelos, dando fé de la generosidad de estas tierras que trabajadas rendían prosperidad a sus dueños, a la zona y al desarrollo del país en los comienzos de siglo, gestó en los nativos de la comarca un profundo sentido de pertenencia, amor a ella, a las más caras tradiciones y valores cristianos de familia, y ahí vé la luz Juan Ezequiel Gastelú Soares de Lima, un catorce de enero de 1906.
Juan Gastelú cursó estudios en el Colegio Sagrada Familia de Montevideo, siendo un estudiante destacado.
El hogar Gastelú-Soares de Lima sufriría la pérdida de don Guillermo, cuando sus hijos aún eran chicos, en ese momento se hace cargo de la administración de "Del Cerrito", su suegro don Juan Ezequiel Soares de Lima, quien en la región era reconocido por la descollante producción en su estancia "María Delfina", donde había innovado en razas vacunas y mejorado la finura de sus majadas. Y así lo hizo hasta que su nieto Juan Ezequiel pudo hacerse cargo de la empresa familiar. Bajo su manejo el establecimiento "Del Cerrito" contaba con 8500 hectáreas que Don Guillermo le compró a la sucesión de José Texeira Brasil en 1895, extensos campos con caída al Queguay, divididos en doce potreros con riquísimas aguadas naturales, un constante crecimiento en mestización, los que sumaban 2500 vacunos Hereford, 1500 Shorthon y más de 4000 lanares de raza Merino.
Señal en vacunos: zarcillo en la derecha.
Señal en lanares: oreja rajada.

El casco de la estancia poseía buenas y amplias comodidades para el alojamiento así como para trabajar. En 1917 ya contaba con baños para ganado ovino y bovino.
"En resumen, la estancia "Del Cerrito" de la sucesión Gastelú, aparte de la importancia que tiene como establecimiento extensivo y colonia anexa, ofrece también una serie de múltiples pasajes de sumo atrayentes con sus campos quebrados y tupidos boscajes" expresaba la reconocida y valiosa publicación "Pur Sang".

Don Juan Gastelú, por un lado cargaba con la influencia en costumbres y sobre algunos gustos, de manifestaciones del mundo europeo sobre arte y cultura general, y por otro lo relacionado a la tierra propia, las más puras tradiciones nativas, el recuerdo de los hombres y hechos del pasado.
Su tiempo de estudio en la capital no borraba para nada el amor al pago, a las prácticas gauchescas, a sus valores de generosidad y abnegación, su hombría de bien, su romántico fervor por el culto del honor y el coraje. Buscaba unir y reivindicar las cosas del terruño.

Don Juan Gastelú disfrutaba las reuniones donde socializaba realizando actividades camperas, evocando las tradiciones de la tierra, sin encasillarse en el pasado, ni marchar a la zaga del progreso.
Era su anhelo contar con un lugar que nucleara a los vecinos de la zona, donde su finalidad principal fuera el culto de las usanzas nacionales y todo lo que tuviera relación con el origen de nuestra Patria.
En la misma estancia "Del Cerrito" supo llevar a cabo diversas instancias, entre las que aún se encuentran en la memoria del colectivo de nuestra comarca: una faena con toros. Realizada en una gran manguera de piedra que hay en la estancia, incluso trajo un reconocido torero de la época, quien contaba con muy buenas lidias en su carrera.

De la generosidad de la familia toda, dan testimonio del aprecio y atenciones varias que tenían con su personal, sólo mencionaremos algunas: a hijos de sus empleados los enviaron a estudiar a Montevideo en los mismos colegios donde concurría la familia, les compraron casa propia en Tambores, a sus potreros los denominaron con nombres de gente que trabajó con ellos, es así que al día de hoy cada campo tiene un nombre, alguno de ellos "Juan Natalio", "Capitán", "Pedro ciego" entre otros; para la familia Gastelú ningún paisano pasó en vano por su establecimiento, los han inmortalizado y los tienen presentes en el día a día, en el trabajo y en sus logros.

La cultura se manifiesta en el gusto por la música y las expresiones criollas que ponía de manifiesto interpretándolas con su propia guitarra. En la familia recuerdan una ocasión donde Don Juan fue al monte del Laureles a buscar madera, la que envió a un luthier para construir dos guitarras (una de ellas se exhibe en el salón de nuestra sede, Ruta 26 Km. 169,5).

Preocupado y ocupado, en acción y pensamiento por todo lo que fuera tradición, sumándose a otros coterráneos, algunos anteriores a él pero con quienes por esa afinidad llegó a relacionarse, como es el caso de Juan Gualberto Escayola, más conocido por su seudónimo de Juan Torora (nacido en Laureles del Queguay, muy cerquita de "Del Cerrito" y de María Delfina) meritorio poeta criollo y erudito conocedor de la tradición y de las artes nativas, quien en 1900, antes del nacimiento de Juan Ezequiel, fundó la primer sociedad nativista del Departamento de Paysandú, que se llamó LOS GAUCHOS, de corta existencia. También fue integrante de la prestigiosa revista EL FOGÓN, a la que se integró cuatro años después de fundada, figurando a partir de ese momento como "colaborador literario" junto al doctor Alfredo E. Castellanos, Antonio Lussich, Enrique de María, José Alonso y Trelles, Martiniano Leguizamón, Ramón Marín, entre otros, y promovida por Alcides de María; publicando varios de sus poemas: "Retruco" y "Mi rebenque plateado", que fueron recopilados en su libro "Cansera del tiempo", editado en Paysandú.
Torora escribió en cuanto lugar estuvo: "ande me yeve la voluntad de mi cabayo moro" como dijo en su poema "Ah si" .
Juan Gualberto Escayola Méndez, primo-hermano de Carlos Gardel, a quien en 1912 le hizo llegar una placa con la grabación del estilo "El tirador plateado" registrado por el dúo Gardel-Razzano (no se debe confundir con "Sos mi tirador plateado", del poeta Juan Torora incluído en "Cansera del Tiempo", cuyos versos son distintos).
El mismo Carlos Gardel habría enviado una foto a Juan Gastelú, la que también fue dedicada y autografiada a José Pedro Medeiros, otro vecino recitador y bailarín amante del criollismo y de las actividades ecuestres, en especial el turf.
Nada lejos estaba el sitio que lo vió nacer a Carlitos (estancia "Santa Blanca" del Coronel Carlos Félix Escayola) quien de joven supo andar todas estas lontananzas, y sólo él pudo cantarlas con ese sentimiento, como lo decía: "Cantar en criollo, no es para cualquiera, porque sin ser un dialecto, tiene una especialísima, que va más allá del campo semántico del tema. Inclusive también se nota un cantar aspectado cuando alguien del asfalto se quiere hacer el criollo" expresiones de Carlos Gardel.

El estilo es el ritmo de oro de Gardel, porque requiere cantar muchas frases sin acompañamiento. Él aprendió de De Navas, Juan Pedro López, Néstor Feria, Razzano y otros tantos anónimos.
Otro vecino de don Juan, compañero de sus idas a Montevideo al hipodrómo, con quien lo emparejaban los sentires en temas sociales, quien termina trabajando como su mayordomo fue Gilberto Ramos Souza, amigo de su más alta estima.

Todo esto fue gestando la necesidad de tener una sociedad nativista en la zona que acogiera y permitiera enaltecer nuestras más caras costumbres, y era don Juan una de las personas quien más interés manifestaba.
Mientras no se concretaba, continuaban con actividades en distintos establecimientos rurales, sobre todo las juntadas familiares que nucleaban a muchas personas (siempre con música y buena comida) dado en general por lo numeroso de cada familia.

Siendo bastante joven, con mucho futuro por delante, don Juan comenzó a tener manifestaciones de lo que sería la enfermedad que con tan solo 56 años lo llevaría a la muerte, en aquella época no era tan frecuente diagnosticar a tiempo un cuadro de arteriosclerosis; seguramente ese fue el motivo de no poder tratarlo con premura, falleciendo un 17 de enero de 1962, en la ciudad de Montevideo.

Muchos sucesos han ocurrido desde ese día en la vida del establecimiento y en la familia misma (hermanas, sobrinos y demás descendientes) pero "Del Cerrito" continúa hasta el presente "Y dando cruce a la ley de la vida se abre consolidando, no menos fecundo para el progreso de la familia, la sociedad y el país que lo integra " (Omar Pereira Henderson).

No habiendo podido consolidar el sueño de una sede nativista en el pago, dos años posteriores a su fallecimiento, muchos compaisanos reunidos con el mismo interés, fundan la que hoy es nuestra Sociedad Criolla, donde se presentan dos posibles nombres:
1) Sociedad Criolla Corrales (presentada por Heriberto Giménez)
2) Sociedad Criolla Juan E Gastelú (presentada por Francisco Franco Toti)
Triunfando por mayoría absoluta la segunda moción.

Corrales de Paysandú, marzo de 2024.

Fuentes consultadas:
- Pur Sang. 1917, 1918
- Historia Rural del Uruguay moderno. J.P. Barrán. B. Nahum.
- El Uruguay a través de un siglo. Carlos M Maesso. 1910.
- Publicación 120 años Sociedad Criolla Elías Regules.
- Registro Civil Intendencia Dptal de Paysandú.
- Árbol Genealógico de don Ezequiel Soares de Lima.
- Casi Crónicas. Desde Piedra sola...por Tambores y el Queguay Luis Ángel Inthamousso Telechea.
- Gardel, el gran desconocido. Erasmo Silva Cabrera.
- Argumentación y fundamentación de nuestra sociedad, edición 21 de Fiesta de la patria gaucha.
- Queguay Chico y la presencia Brasileña al Este del dpto. Prof Ana Ma Pereira Henderson.
- Abriendo el surco. Omar Pereira Henderson
- Registros de la familia, fotos y testimonios orales.
- Relato de personas que trabajaron en Del Cerrito, como también de quienes nacieron allí, hijos a su vez de personas que nacieron y trabajaron en el establecimiento.
- Familiares de Gilberto Ramos Souza.


  La Patria Gaucha llega a las entrañas de esta Bendita tierra uruguaya a través de los acordes de sus guitarras, con los chispazos de los fogones, con los susurros de las cañadas, con el relinchar de sus caballos, con el perfume de los pasteles y las tortas fritas, con el aullido de sus perros, las estrofas de los payadores, con la alegría de las danzas y bailes típicos, con las destrezas de los caballos criollos y sus jinetes...

- Laetitia d'Arenberg